Todo el bullicio que alrededor de las siete de la tarde se congregó en la glorieta de San Gregorio quedó disipado una hora más tarde, cuando las puertas de la ermita se abrieron dejando claro que la Cofradía del Silencio decidía tirar hacia adelante a pesar de las previsiones de lluvia. La tarde se fue tornando, el viento haciendo acto de presencia, pero eso no fue óbice para que costaleros y costaleras se envolvieran en su ritual, acompañados con sus amigos de trabajadera, recibiendo las últimas indicaciones de capataces y preparándose para un Lunes Santo muy especial.
La gente respondió muy pronto también a la llamada porque fueron muchas las personas que se agolparon para ver esos primeros instantes de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y María Santísima de la Salud. Los aplausos se sucedieron a la salida de los primeros titulares, tras la colocación de costaleros y costaleras y dieron la bienvenida a las primeras marchas. ‘Perdona a tu pueblo’ interpretada por la Agrupación Musical San Juan de Bailén para él; ‘Mi amargura’, con la Banda de Música Santa Cecilia de Pedroche para ella.
Las ganas tras la ausencia eran evidentes, la ilusión se respiró en el ambiente. Especialmente activo estuvo el equipo de capataces y contraguías, que se estrenaron como tales en este Lunes Santo. Estefanía Olmo daba las últimas instrucciones, seguidas muy de cerca por Isabel Rojas y María García, sus ojos en la parte trasera del paso. Sus compañeros Manuel Fernández, Javier Prieto y José Manuel Mansilla también apuraban los últimos instantes con su cuadrilla. Un grupo al que pertenece Carlos Arévalo, costalero que llegaba a la glorieta de San Gregorio para continuar «un ritual» que todo costalero conoce y que sale «casi automático» en los instantes previos a la estación de penitencia. Lo cuenta porque lleva casi una década «siendo los pies del señor» disfrutando «al estar tan cerca de él, somos unos privilegiados». Los dos años sin procesiones no han servido nada más que para «aumentar esas ganas» que se empezaron a atisbar tras un Domingo de Ramos «que se convirtió en un sueño». Carlos recalcó que «este parón también nos ha quitado el vernos, el compartir estos momentos, ha sido un encuentro para nosotros». El costalero tenía claro que no quería mirar las previsiones porque estaban ahí, aparecieron y le impidieron reencontrarse con su tramo más especial, la subida «a casa» por la calle Doctor Rodríguez Blanco, cuando la noche es más noche, cuando el bullicio se aplaca, cuando «vivimos momentos más íntimos».
Pero ese encuentro eso se truncó porque la lluvia hizo acto de presencia permitiendo las circunstancias que la cofradía se reagrupase en Santa Catalina y allí la Junta de Gobierno esperó quince minutos para tomar la decisión, turno de vela hasta la medianoche y traslado privado cuando el tiempo lo permita. Lo comunicó Víctor Vázquez, presidente de la cofradía que vivía su primera estación de penitencia como alta. Antes de comunicar esa decisión, y ya en el interior de Santa Catalina se vivieron momentos de emoción protagonizados por los miembros de una cofradía que vio interrumpido su Lunes Santo. Pero la emoción también la puso el tándem formado por la Banda de Música Santa Cecilia y la Coral de la Peña Marcos Redondo. Momentos muy emotivos que fueron el principio de ese fin anunciado antes de tiempo.
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