La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba acogió el sábado la presentación del documental “La Luz de nuestra Memoria”, realizado por la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine de Córdoba y Jaén gracias a la subvención de la extinta delegación de Memoria Democrática de la Diputación de Córdoba.

El acto contó con la colaboración de la Cátedra de Memoria Democrática de la Universidad y se inició con la bienvenida de la vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Compromiso Social, Sara Pinzi, y las intervenciones de Cristina García, presidenta de la asociación, y Mar Targarona, productora de cine, actriz y directora de numerosas películas, como «El Fotógrafo de Mauthausen”. “Me ha gustado mucho el documental con esta mezcla de realidad que aporta las historiadoras Pura Sánchez o Carmen Jiménez y la emotividad de las nietas, sobrinas nietas que guardan en su memoria la épica de sus familias, con el dolor y el orgullo correspondiente”, inició su presentación Mar Targarona.

“La voz de las mujeres para recuperar la memoria histórica durante la represión franquista y la dictadura es fundamental. Muchas de ellas fueron castigadas y se vieron obligadas a mantener el silencio durante décadas para proteger su vida y la de sus hijos durante la dictadura. Otras lograron escapar de España para salvar su vida y la de sus hijos y/o reencontrarse con sus parejas o maridos, españoles que en muchos casos continuaron luchando en la resistencia contra el nazismo y muchos de ellos fueron apresados y terminaron en campos de concentración”, señalaba Cristina García en su intervención. “Es fundamental la implicación de la Universidad en actos de este tipo, es nuestro compromiso para con la sociedad, evitando que la desinformación se adueñe de nuestras vidas y apostando por el conocimiento y la cultura”, subrayaba Sara Pinzi.   

A continuación, se visualizó el documental “La Luz de nuestra Memoria”, una pieza que nació con la idea de dar voz a las historias de esas mujeres que se escuchaban en la asociación cada vez que los familiares de los deportados cordobeses a campos de concentración nazis relataban las historias de sus padres, hermanos, abuelos, bisabuelos,… Ellas siempre se colaban en la conversación. Siempre estaban ellas dando soporte a esas historias de horror de la guerra y del exilio, pero sus vidas estaban en un segundo plano, veladas, no eran protagonistas en ese momento, sino actrices de reparto, desdibujadas en el paisaje de esas historias, pero parte fundamental para que fueran contadas. 

Patricia Cabello, una de las familiares que participan en el documental, reconocía que “orgullo, dolor y rabia se mezclan en mi interior, pero me mueven a seguir trabajando en la reconstrucción de vuestras vidas en busca de verdad, justicia y reparación”, palabras que se repiten en la mayoría de los familiares de aquellos hombres y mujeres que sufrieron el exilio y la deportación a campos de concentración nazis.

Finalizado el documental tuvo lugar una mesa redonda moderada por la vicepresidenta de la asociación y periodista de radio y televisión, Luisa Navarro, y en la que hablaron expertas como Carmen Jiménez Aguilera, historiadora, Pura Sánchez, investigadora y escritora, Alicia Cárdenas, investigadora en Derecho Constitucional, Mar Targarona y Ana Isabel Crespo, sobrina nieta de la protagonista del documental, Terencia Delgado Alarcón, mujer del deportado torrecampeño Rufo López Romero, que sobrevivió a dos campos de concentración nazis. “Estoy un poco en carne viva con este tema, no solo por lo que pasaron ellos, sino por lo que sucedió con la familia que quedó en España y por todo lo que estoy descubriendo. Jamás imaginé que mi madre pudiera guardarme secretos de familiares”, confesaba Ana Isabel Crespo, en su intervención.

No es de extrañar que muchas mujeres optaran por el silencio después de la violencia que sufrieron y el estigma social que tuvieron que soportar. Ellas eran mujeres como nosotras, que querían que sus hijos e hijas se criaran en igualdad de oportunidades, que tuvieran derecho a una educación y sanidad para todos, eran defensoras acérrimas de los derechos humanos y de la libertad, pero de la libertad de verdad, la que está ligada a los derechos humanos. “Eran mujeres, mujeres de la época, pero con los mismos anhelos que nosotras, sus herederas: vivir en un mundo en democracia bajo los mimbres de los derechos humanos”, subrayaba Salud Muñoz, otra de las familiares que participan en el documental. 

Ellas fueron el bastión de la vida y el pilar fundamental para recomponer familias que habían perdido todo. Mujeres que parecían rocas, aunque estuvieran rotas por dentro. Mujeres que no podían permitirse ninguna debilidad, que no podían hablar, pero que querían gritar. Mujeres que lloraban con lágrimas secas y un nudo imposible en la garganta. Mujeres que decidieron proteger a los suyos con un silencio atronador que en ocasiones se rompía pero que, en otras, se lo llevaron a la tumba, sin que las generaciones venideras pudiéramos darnos cuenta de ese dolor que les roía las entrañas y esa necesidad de poder hablar, pero no saber cómo.

“La memoria es algo inherente a la humanidad y sin ella la sociedad está abocada a repetir los mismos errores, porque un pueblo sin Memoria no tiene Futuro, porque las historias de estos hombres y mujeres forman parte de nuestra Historia. Y las de estas mujeres, madres, hermanas, mujeres, hijas, necesitaban ser contadas”, concluía Cristina García.