La Madrugá en Pozoblanco no es solo una noche más dentro de la Semana Santa: es el corazón palpitante de un pueblo que se entrega al recogimiento, la historia y la emoción sin artificios. A las primeras horas del Viernes Santo, cuando la oscuridad es cómplice de todo, la Plaza de la Iglesia se prepara para un momento único. Lo ha sido siempre y lo sigue siendo, cada año, si cabe, con más respeto. 

El silencio se mantiene mientras Judas empieza, entre carreras, a enlazar y dar forma a su traición. Las puertas de la capilla se abren para dejar paso a Nuestro Padre Jesús Nazareno, esta vez, de la mano de la cofradía de Soldados Romanos y Penitentes ‘Sayones’. Luego, prosigue la recreación con otro momento que hay que vivir, la sentencia, y empieza el camino con las tres caídas, con la Verónica limpiado el rostro de Jesús, aunque es en la Avenida Villanueva de Córdoba donde se vive otro momento único. 

En ese punto, se produce el reencuentro entre Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen de Los Dolores, que estrena para esta ocasión el rezo de «Los siete dolores de la Santísima Virgen» tomado de un manuel impresionante en los años 40 del siglo XX y que ha sido donado a la Hermandad. Es una madrugada que tampoco se entendería sin las partituras que interpreta la Banda de Cornetas y Tambores «Sayones», suya es también la madrugada pozoalbense. Es, en definitiva, seña de identidad de la Semana Mayor de Pozoblanco.