Fui tarde. Al llegar a La Noriega, tuve la sensación de que todo había finalizado. Pregunté: ¿Ha acabado ya la reunión del tren? No, me contestaron. Así que allí dentro que fui. Estaban los contados, casi solos, como normalmente están los mejores. Sentí pena, la verdad. O más que pena, vergüenza. Al parecer había convocada una reunión en Mancomunidad, y es cierto que no se puede estar en dos sitios a la vez. Pero aun así. Me senté y callé. Mis primeras palabras fueron para despedir a Manolo García Cano, que ya se iba. Manolo no se fue sin antes agradecer a La Plataforma todo su esfuerzo, y felicitar su triunfo.

Dije que iba a callar y así estuvo durante un breve espacio de tiempo, callado. Pero, quia, no pude reprimirme y hablé. Dije lo que pensaba, que era lo que pensaban todos los que estaban allí sentados*, incluso propuse alguna que otra iniciativa, nada del otro jueves que no se le pasara  antes por la imaginación a cualquiera. Hice unas fotos y al poco rato me fui.

*Creo que de momento debo seguir callado.