Decía el pregonero de la Semana Santa de Pozoblanco, Miguel Ángel Cabrera, durante su pregón el miedo que el ser humano tiene al silencio y que, sin embargo, «la respuesta está en el silencio». Lejos quedan ya aquellos años en los que en el Lunes Santo de Pozoblanco se resguardaba en ese silencio, renunciando a cualquier acompañamiento musical más allá de aquellos roncos tambores que acompañaban a un Cristo que sufre amarrado a la columna. El silencio se encuentra ahora en otros detalles, incluso cuando la Agrupación Santo Tomás de Villanueva de Ciudad Real se dispone a tocar cualquier marcha y es que el idilio entre la música y el paso de Nuestro Padre Jesús del Silencio Amarrado a la Columna consigue abstraerte del mundanal y superficial ruido.
Esa unidad entre la música y el caminar fue una constante en el recorrido de un Cristo que lució hermoso desde los albores de la procesión cuando con una luz imponente a pesar de la cercanía del ocaso abandonó la Ermita de San Gregorio con la espalda al descubierto, mostrando el dolor de los latigazos, sobre un manto de flores en el que se supo jugar con los colores para resaltar aún más su figura, su inmaculada túnica blanca. El silencio también se puede encontrar en una María Santísima de la Salud que acompaña, bajo los espléndidos sones que marca la Banda de Música Santa Cecilia de Pedroche, en el caminar magníficamente llevada, volviendo a apostar por la sencillez que se respira desde esos primeros instantes, incluso cuando los pies de ambas imágenes se preparan instantes antes en la glorieta de San Gregorio. Costaleros y costaleras dispuestos a ‘sufrir’ y disfrutar una vez más.
Hubo expectación en una Carrera Oficial que los costaleros de Jesús del Silencio realizaron en una sola chicotá, la gente volvió a agolparse en uno de los lugares de referencia de esta Cofradía, la subida del Risquillo, donde hubo momentos para el recuerdo, como cada uno de los años en los que estas imágenes han salido a las calles de Pozoblanco. Pero este año también se sumaron a ese recorrido otras instantáneas a tener en cuenta y que llegaron de la mano de una variación en ese pasear por las calles de la localidad. Este año no se siguió la tradición y se bajó la calle San Gregorio hasta el final, sino que se dio protagonismo a la Hilario Ángel Calero, donde los vecinos respondieron, al igual que los ciudadanos que se dieron cita en el Paseo Marcos Redondo, un punto de referencia de la procesión del Lunes Santo en el día de ayer.
Con la noche ya bien entrada y después de un intenso recorrido, la estación de penitencia encaró la calle San Gregorio en su subida para buscar refugio en su hogar, no sin antes volver a recibir el cariño de la gente que estuvo hasta el final para acompañar a un Cristo del Silencio y una Virgen de la Salud que volvieron al que es su barrio.
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