La Semana Santa de Pozoblanco vivió uno de sus días más intensos que empezó con la ‘Madrugá’, un pregón que volvió a aglutinar a numerosos ciudadanos que fueron testigos de la escenificación de la traición y prendimiento de Jesús de la mano de la Cofradía de Soldados Romanos y Penitentes Sayones de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Los más madrugadores acompañaron a Jesús Nazareno en sus tres caídas, en el final de su calvario y fueron testigos del encuentro con la Virgen de Los Dolores en una tradición que sigue muy viva en Pozoblanco.

Ya por la tarde, las cofradías y hermandades de la localidad se dieron la mano para sacar a la calle el «Santo Entierro», la procesión donde se resume la Semana Santa de Pozoblanco y donde ya el cuerpo inerte de Jesús recorre las calles en una tarde que avanza y que va adentrándose en un Viernes Santo que aún tiene guardada una última cita y la noche es para la Virgen de «La Soledad» que de manera paradójica vive ese duelo acompañada por los cientos de personas que se aglutinan para ver la salida y el recorrido de esta procesión.

Después de abandonar San Sebastián y antes de llegar a la Carrera Oficial, ya no hay una sola silla libre en un lugar donde se aglutinan miles de personas que demuestran su ‘apego’ a una procesión que sigue marcando el Viernes Santo y que consigue levantar expectación. Por la calle Real se atisba ya el sudario, la cruz vacía acompañada por un primer tramo de nazarenas de riguroso luto. Tras ella, y después de un numeroso tramo de nazarenos, la Virgen de La Soledad hace su entrada en la Carrera Oficial al ritmo de las marchas de la Agrupación Musical de «La Soledad».

Durante una hora y media, los costaleros marcan el caminar de una Virgen que muestra su dolor bajo un palio que suena con fuerza, de una «Soledad» que no encuentra consuelo ante la muerte, pero que no está sola en ese caminar. Tres marchas le valen a la imagen para llegar al final de una Carrera Oficial que se apaga antes de afrontar la Resurrección, mientras la cruz de guía ya se puede ver en la Plaza de la Constitución.

Y entonces «La Soledad» recorre calles que dejan otras imágenes para el recuerdo de esta Semana Santa y lo hace a su paso por la calle León Herrero donde el camino se estrecha, se hace más duro y más hermoso a la vez. Lo hace también a su paso por el Pozo Viejo o encarando el final del camino antes de adentrarse de nuevo en San Sebastián y ‘encerrarse’ en una iglesia que aún tiene tiempo de admirarla algo más y acompañarla en la soledad de la madre que ha perdido al hijo.