El bienestar animal es una de las cuestiones fundamentales que marca el día a día de los ganaderos no solo por una cuestión de responsabilidad o normativa, sino porque está relacionada directamente con la producción, es decir, con la competitividad de las explotaciones ganaderas. Las altas temperaturas que se vienen registrando durante el verano influyen directamente en la producción de los animales, por lo que los ganaderos aplican cambios o inversiones que vengan a mantener los estándares de bienestar.
Rafael Muñoz es ganadero en la comarca de Los Pedroches y relata que hay que diferenciar cómo influye en la ganadería intensiva y en la extensiva, ya que en la intensiva «se puede controlar bastante todo lo que se hace y los ganaderos, en general, intentan mejorar las condiciones de sus instalaciones, no solo por bienestar sino por la propia producción».
«En extensivo esto no es tan fácil, hay que intentar que tenga puntos de agua, que hoy en día es complicado, y no molestar en los animales en las horas centrales del día», relata. Con no molestar a los animales se refiere a «minimizar» los trabajos de desparasitaciones, vacunaciones o ecografías por el trastorno que les producen. Del mismo modo, los ganaderos programan el verano para no tener partos fuera porque «te nace un ternero y no tiene capacidad para termoregularse, muchos se mueren, ya que, al igual que los corderos, son muy vulnerables».
Otro de los problemas al que se enfrentan los ganaderos tiene que ver con la calidad del agua porque «aunque el umbral que se exige no es el mismo que para los seres humanos, se nota». Muñoz apunta que «en el momento que un animal presenta diarreas, el primer punto que valoramos es el agua».
Bajada en la producción
Pero, ¿cuánto puede afectar a los animales las altas temperaturas? Pedro Jesús Moreno, ganadero de vacuno de leche apunta que «cuando una vaca supera los 25 grados sufre estrés calorífico, eso provoca que baje la producción, la fertilidad y la calidad del producto que se obtiene al necesitar más agua». Una bajada en la producción que se sitúa en torno al 30 por ciento, a lo que se une que el 99 por ciento de lo que comen es seco, puesto que no hay hierba».
Para Moreno, «cuando la temperatura es de 40-42 grados no se puede controlar nada, puedes poner ventiladores con agua vaporizada para bajar un poco esa sensación, pero no se está preparado para esos golpes de calor».
Otra de las cuestiones en cuanto a bienestar animal a la que están atentos los ganaderos es a la acción de los mosquitos procedentes de África, que «ya están presentes aquí, lo que intentamos es fumigar más y desinfectar más las explotaciones».
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