La jornada de ayer dio mucho de sí. Fue una jornada de inauguraciones, aperturas y firmas en la que también se vivieron otros momentos que volvieron a dejar constancia de la situación de tensión permanente que se vive en el Ayuntamiento de Pozoblanco. Hubo dos aspectos clave, el primero las protestas de la Policía Local -las medias tintas parece que han acabado- y la situación política que vive no solo el equipo de gobierno, sino toda la corporación municipal. Una vez más, la distancia entre los socios de gobierno quedó en evidencia y una vez más se echaron en falta algo más de corrección en las formas de nuestros políticos.

El primer hecho, el de las reivindicaciones de la Policía fue de la mano de la ruta que se siguió en la tarde de ayer. Conocedores de la repercusión que la visita de Elena Cortés tendría no dudaron en aparecer en el Centro de Conservación y Mantenimiento de Carreteras ataviados con sus chalecos, sus pitos y sus pancartas. Lo hicieron también con un nuevo repertorio en unos cánticos dedicados en exclusiva al alcalde de la localidad, Pablo Carrillo.

Entre esos cánticos se pudo escuchar «mentiroso», «embustero», «pinocho», «Pablo Carrillo nos quiere engañar como al CDeI» o «en ese cortijo hay un mentirosillo». Las protestas subieron de decibelios cuando el primer edil se acercó para indicar que «eso de mentiroso no se ajustaba a la realidad». Fue a las puertas del Centro de Conservación y antes de que llegaran los políticos de Córdoba y Sevilla. La conversación duró apenas dos minutos y parte del colectivo no dudó en darles las razones por las que ellos consideraban que estaban en lo cierto. «Nos dijo en la pasada Feria Agroganadera que nos íbamos a sentar y a solucionar el problema y hasta hoy, por lo que usted ha mentido», se pudo escuchar. Tras eso, el intento de diálogo se dio por concluido y las sirenas y los pitos volvieron a sonar.

Esta situación se vivió también en la rotonda que une la carretera de Iryda con la localidad y que fue el lugar escogido para la foto tras la apertura de la A-435. Una foto que se realizó a petición de los medios de comunicación, ya que la Consejera se mostró reticente en un primer momento. Y la Policía Local acompañó también a la comitiva a las puertas del Ayuntamiento donde protagonizaron otro encontronazo con el alcalde, al que no cesaron de exigir sus peticiones hasta que no se fue la Consejera de Fomento.

Ninguneo, ausencias y despistes

El otro mal es ya un viejo conocido. Hasta la inauguración del Centro acudieron cuatro miembros de la corporación municipal: el alcalde, la concejal de Izquierda Unida, Manuela Calero, el primer teniente alcalde, Benito García, y su compañera de filas y tercera teniente alcalde, Francisca Fernández. Solo los dos primeros realizaron el «tour» completo, ya que los miembros del CDeI no finalizaron ni la estancia en el citado Centro.

La marcha de estos dos concejales se debió, según palabras del propio García, a que se habían sentido «transparentes» y según se recoge en su twitter «ninguneados por la delegada, la consejera y el alcalde». La situación fue la siguiente. La consejera fue recibida por el alcalde y, a continuación, saludó a la portavoz de Izquierda Unida y a la delegada. Para el primer teniente alcalde, Pablo Carrillo debería haber tenido la deferencia de presentarle como parte importante en el equipo de gobierno.

Después, y tal como venía reflejado en las comunicaciones entre la Consejería y el Ayuntamiento, tendría lugar la visita institucional de Elena Cortés al Consistorio. Una visita marcada por la soledad porque ningún miembro más de la corporación, ni del PSOE, ni del PP ni del PA se acercaron a recibir a Cortés -según el alcalde fueron invitados, no sabemos cuándo pero sí que la visita de la consejera se sabía desde finales de la semana pasada-. Una situación que creó, cuanto menos sorpresa, entre sus responsables de prensa. Como también creó que el alcalde no supiera si se había aprobado el convenio de adhesión al Programa en Defensa de la Vivienda por pleno. Manuela Calero le echó una mano y le recordó que sí, que había sido aprobado.

En definitiva, que aquello de no airear los trapos sucios y lavarlos en casa no es algo que se pueda aplicar a nuestros políticos y eso provoca que la imagen que se proyecte no sea la más idónea. En fin, otro capítulo y van ya…