No es la gota que colma el vaso —pues ya hace tiempo que éste rebosó con creces—, pero sí una muestra más del desastre presumiblemente irreparable que el sistema capitalista, ése del que aún hay quien tiene la desvergüenza o la insensatez de apuntar que es el «menos malo», ha generado en nuestra juventud, ergo en nuestro pueblo, ergo en nuestra patria, en aras de perpetuar su criminal imperio por siempre.
Córdoba o lo que de ella queda será sede de lo que han dado en llamar I Torneo Provincial League of Legends. Del día 11 al 20 de octubre, la capital y los municipios de Belmez, Espejo, Montilla, Montoro, Palma del Río, Priego y Pozoblanco acogerán un campeonato en que jóvenes llegados de todas partes de la región se enfrentarán entre sí para demostrar ser los mejores en este videojuego que se define como «de estrategia y acción, altamente competitivo y con un estilo rápido, de corte free-to-play, ambientado en un universo fantástico». Se trata de la enésima cita de un modelo de entretenimiento, el de los videojuegos, que se ha convertido en el que más dinero factura de toda la industria audiovisual, por encima de disciplinas culturales como el cine o el teatro que en otro tiempo fueron consideradas artes populares; modelo que permite que adolescentes de dieciséis años se embolsen tres millones de dólares en un evento de tres días y que padres saquen a sus hijos del instituto para que «entrenen» hasta catorce horas diarias con la intención de lograr lo mismo.
Sonroja reiterar que el capitalismo no necesita de adjetivos redundantes como depredador, triunfante o feroz que, en cualquier caso, son insuficientes para definir su capacidad (y que, de hecho, suelen utilizar los burdos socialdemócratas cuando intentan legitimar sus posicionamientos contrarrevolucionarios con palabrería barata); frente a ellos alzaremos conceptos reveladores como el de capitalismo cognitivo, imprescindible para aprehender las pautas o estrategias de la información y el conocimiento que este régimen global emplea para imponer sus métodos de dominio y control social; si vivimos en una sociedad racionalizada, esto es, según Weber, resultante de un proceso forzado de ordenamiento y sistematización para hacer predecible y controlable la vida del hombre, es porque ha habido un entramado que nos ha hecho hablar de «interés general» y no de bien común, de «solidaridad» y no de explotación, de «casta» y no de clase burguesa, de «globalización» y no de imperialismo; que nos ha hecho aceptar y abanderar la lucha hobbiana del todos contra todos, renombrada con el eufemismo de«competencia», como los gallos se lanzan—son lanzados—a matarse; que nos ha hecho dejar de hablar de plusvalías y valores agregados (como los que en el negocio de lgamingse generan) por medio de cheques y pagos a destajo, dando alas a la individualidad y a sensaciones de libertad, independencia o autocontrol que valen más que cualquier moral o valor «desfasado», que esa dignidad, esa conciencia, esa honradez, ese afán de justicia y ese ser humanos que representaron unos abuelos a los que ya olvidamos.
¿Va el capitalismo a enseñar a nuestras generaciones el valor de la transterminancia y la transhumancia en nuestros términos municipales? ¿Va a hablarles de Colecor, la Azucarera de Villarrubia o la Cooperativa Algodonera Cordobesa y a instruirlos para relanzar el cooperativismo agrario en la comarca? ¿Va a invertir en investigación desarrollo para ofrecerles la posibilidad de acceder sin trabas económicas a una formación de calidad que les convierta en médicos, científicos, arquitectos o ingenieros con trabajo en su tierra? No: va a hablarles de «habilidades y competencias para el liderazgo» y de las bondades del «autoempleo» o los «pisos colmena»; va a invitarlos a «emprender» a sueldo de algún banco en el tiempo en que no se cargan una nevera a la espalda para llevar la comida a algún señorito o la piden ellos; va a decirles, más o menos explícitamente, que jueguen, que compitan por un premio, que apuesten, que la vida son dos días y que es mejor que el fin los pille borrachos, drogados y con alguna venérea. Y morirán, claro, y la muerte sentirá asco de tenerles.
En unos días llegará a Córdoba el LoL. Dicen desde la Diputación que respaldan este tipo de actos «por la gran afluencia de público, y por ende, (por) el rendimiento económico que conllevan». Venga, chavales, a jugar a la maquinita.
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