Esta vez he dejado pasar la resaca de los acontecimientos para sentarme delante del ordenador y escribir este artículo de opinión. Lo he hecho después de vivir los acontecimientos, de leer lo que se ha escrito de los mismos y de escuchar la opinión de varias personas. Todo ello relacionado con la que ha sido la noticia de la semana en Los Pedroches, la llegada del que fuera presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Y con esta afirmación ya surge la primera controversia.

Me resulta incomprensible que muchos pongan en duda esta cuestión y creo, que dejando ideologías  a un lado, el que Pozoblanco reciba la visita de una persona que conoce los entresijos del sistema político español como principal ocupante de La Moncloa es algo interesante y que ha colocado a la localidad en el punto de mira mediático durante varios días. Quizás, sin la presencia de Rodríguez Zapatero tampoco los ciudadanos hubieran podido asistir durante dos días consecutivos a la emisión del programa “No es un día cualquiera” de RNE, un lujo. Por desgracia nos movemos por nombre y con el del que fuera presidente del Gobierno las Jornadas de Otoño se “han vendido” mejor que nunca. No me vale decir eso de “y esto para qué, qué trae de bueno”, a mí se me ocurre una cosa, colocarnos ante la opinión pública con una actividad cultural como las Jornadas de las que pocos pueden presumir –que este año, además, ha acogido un Seminario de Antropología de primer nivel– en lugar de hacerlo por las cuestiones en las que últimamente salimos en la prensa.

No creo que sea positivo desdeñar cualquier actividad sin darle la oportunidad y, metiéndome en el contenido, sinceramente creo que la “conversación” entre José Luis Rodríguez Zapatero y Santiago Muñoz Machado estuvo a la altura y permitió sacar muchas conclusiones. Se relajó Zapatero y la conversación pudo tener “más chicha” si el jurista hubiera dado la réplica en alguna ocasión o “hubiese metido los dedos” como vulgarmente se dice. Pero tampoco creo que fuese ese su papel. Lejos de esto me quedo con los guiños que hizo el que fuera presidente del Gobierno, guiños a muchas de las políticas que ahora mismo está realizando el Partido Popolar y guiños, sobre todo, a la presidenta de la Junta, Susana Díaz, que siguió con mucha atención la intervención de Zapatero.

Del primer lado quedó la justificación, porque él mismo tuvo que aplicar esas políticas, de algunas acciones de las más criticadas por la ciudadanía en cuanto a las políticas de recortes se refiere. Las justificó diciendo que “los que están ahora tienen una papeleta muy difícil” y, aunque no explícitamente, reconoció que muchas de las medidas son necesarias. El otro guiño lo hizo a la Reforma Local que el Partido Popular quiere llevar a efecto cuando explicó que “lo ilógico no es que en España haya 17 Comunidades Autónomas sino que tengamos 8.000 ayuntamientos”.

Los guiños a Susana Díaz fueron muchos pero se hicieron más claros cuando Rodríguez Zapatero se vanaglorió de las políticas sociales -y es que si algún punto fuerte tuvo el gobierno de Zapatero fue en materia de legislación social- que realizó su ejecutivo y que para él tienen su extensión en las políticas aplicadas por la Junta de Andalucía. Continuas miradas, continuos parones para llamarla al escenario sin estar, para ponerla en el punto de mira como para lo que muchos es, el futuro del Partido Socialista.

Evidentemente que hay partes del discurso de Zapatero difíciles de creer, inverosímiles por sí mismas. Defendió que la crisis apareció en otoño de 2008, según “su conciencia y sentimiento”, como si la crisis fuera una cuestión sentimental. Defendió que la reforma de la Constitución en su articulo 135 para garantizar el equilibro presupuestario no fue algo impuesto por Europa, como si modificar la Carta Magna en España fuera algo fácil y, más aún, poner de acuerdo a PSOE y PP. Y defendió que el pacto en materia de Educación viene a ser una utopía por las diferencias ideológicas, como si la educación pudiera pararse o detenerse en cuestiones tan nimias como las que planteó.

Las aportaciones de Rodríguez Zapatero, además, vinieron a constatar muchas de las afirmaciones realizadas en las ponencias anteriores por los economistas que participaron. Ellos dejaron claro, por ejemplo, que meter mano al sistema de financiación español es fácil a nivel técnico, imposible a nivel político, algo que el ex presidente ratificó, al igual que, por muchas deficiencias que pueda tener la estructura territorial de España es algo “intocable” porque “nadie se va a atrever”.

Y lejos ya del contenido pudimos asistir a la parafernalia que engloba una visita de estas características. Seguridad, guardaespaldas, itinerarios planificados, interés mediático, comitivas interesantes, sonrisas a doquier y un sinfín de detalles que merece la pena vivir desde dentro aunque sea para salir de nuestra rutina dejando de un lado si el que viene es de un lado o del otro.