Nervios, emoción, impaciencia. Esos eran algunos de los sentimientos que se vivieron en el día de ayer, que casi se podían palpar, en las personas que se dieron cita en la Caseta Municipal del Recinto Ferial de Pozoblanco. Unas treinta familias aguardaron con paciencia la llegada de quienes, para muchos, son ya uno más de ese núcleo. Sobre las nueve de la noche llegaba a Pozoblanco un autobús con muchas horas realizadas y que transportaba no solo personas, sino también muchas ilusiones. A bordo, 41 menores, veinticinco niñas y dieciséis niños procedentes de Bielorrusia, que como cada verano, vienen a Pozoblanco a pasar un mes que les permita mejorar sus condiciones de salud gracias al trabajo que realiza la Asociación de Acogida Infantil de Los Pedroches.
Aunque se intentó establecer cierto protocolo, hay cosas que son incontrolables, y los sentimientos suelen serlo. Pocas palabras pueden reflejar algunos de los abrazos que ayer se vieron, las lágrimas de emoción que se derramaron. El cansancio quedó a un lado para dejar paso a la alegría de quienes vienen a pasar un mes con su «otra familia», aunque también está la incertidumbre de quien viene por primera vez. Sentimientos encontrados.
«Son ya parte de la familia», nos cuenta una madre de acogida que viene siéndolo desde 2004 aunque este año lo vive de manera diferente porque «la niña que acogía ya no viene porque ha cumplido los 18 años, así que ahora acojo a su hermano». Los lazos que se establecen son muy fuertes porque «se les quiere como a uno más» y el mes «se queda corto». «Cuando se van es cuando verdaderamente se llora porque un año es demasiado tiempo para volver a verlos», nos cuenta quien ya ha saltado esa barrera en dos ocasiones trasladándose hasta Bielorrusia para ir a visitarlos y esperando «volver a hacerlo».
Entre tanta emoción y antes de que los abrazos sean infinitos y comience la convivencia, se coló el recibimiento oficial ofrecido por las autoridades. Benito García, en representación del Ayuntamiento de Pozoblanco, quiso dar la bienvenida y animó a los niños y niñas a «disfrutar y a aprovechar este mes para mejorar sus condiciones de salud», algo que también hizo la alcaldesa de Peñarroya, María Gil, ya que muchos niños vivirán este tiempo en el Valle del Guadiato. El presidente de la Mancomunidad de Los Pedroches, Juan Díaz, se sumó a esa bienvenida, al igual que la delegada de salud y bienestar, María Isabel Baena, que destacó la «solidaridad que muestran las familias, que cobra especial importancia en los tiempos que corren». Baena reconoció también la labor de «los profesionales sanitarios, ya que el convenio que firma la Junta de Andalucía está encaminado a mejorar su salud».
Tras los discursos oficiales, las familias de acogida fueron recibiendo una a una a sus niños y niñas y los momentos de emoción volvieron a vivirse, más aún entre aquellos que se habían visto pero que aún no se habían podido abrazar. Después tocó recoger el equipaje, empezar a disfrutar de una experiencia que a buen seguro que se hará corta y desear que el 10 de agosto, fecha de la marcha, se haga esperar.
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