Cuan necesario es, siempre, mirarnos en el espejo. Mirarnos y vernos; no para devaneos superfluos de vanaglorias mundanas, sino para sentir en la mirada las verdades de la carne y el alma. Los Pueblos también tienen que hacerlo con exigencia de supervivencia. Casi siempre lo decimos en términos retóricos, con recurrencia a la Historia, pero ciertamente debería tomarse en serio para caminar en el presente y garantizar el futuro con los pies en el suelo. Este fin de semana se celebra en Los Pedroches un encuentro poco usual (I Encuentro de Los Pedroches. Nuestra tierra/Nuestro futuro, 25/26 octubre).
Una concurrencia de fuerzas diversas en el tenor de una llamada agónica sobre el destino de una comarca. Con una convocatoria de amplio espectro, sobre el futuro de esta tierra tantas veces ignorada, silenciada y nunca escuchada en sus necesidades. El reciente problema del agua, que nos mantuvo ahítos durante meses con soluciones precarias, sirve ahora de acicate para plantear en términos de amplio angular cuestiones esenciales de existencia. Casi nada. Solamente el planteamiento vale, de servir para algo, su peso en oro. El despertar de un Pueblo y una tierra con voces de conciencia sobre su ser es encomiable. Al evento están convocados todos los pedrocheños y cordobeses de bien, que en definitiva somos todos, porque la vida nos va en ello. Tal vez solamente sea un simple cortinaje de postín que no sirve para mucho, pero por algo hay que empezar.
Las jornadas se plantean en términos simples de tierra y de futuro, que en fondo son complejos problemas de recursos y posibilidades, soluciones y propuestas que exigen respuestas sabias y comprometidas soluciones. La convocatoria de postín se realiza con gerifaltes de la política, de la gestión de recursos acuíferos, agrícolas y ganaderos; con presencia de profesores de prestigio, agentes sociales, directores de parques nacionales y buenos conocedores de la comarca. Son sin duda piezas gruesas del tablero del ajedrez, con las que se presume un juego complejo a pesar del porte de las figuras, que como sabemos son muy bellas y tienen movimientos bien singulares. Es un magnífico punto de partida, decimos, al menos en remoción de ideas, sentimientos y planteamiento de futuro. Pues el punto de partida está en saber quiénes somos y qué queremos. Los Pedroches somos una comarca con un pasado bien aquilatado (Historia y patrimonio), con resortes económicos bien conocidos (la tierra) y problemáticas graves (agua, potenciación de sectores, despoblación, comunicaciones…): sobre la tierra y de la población envejecida; reajustes económicos necesarios y vaciado progresivo e incontinencia de jóvenes. Son piezas graves del puzle con las que hay que hacer no pocos malabarismos.
Quizás todo quede en pura palabrería, porque tenores de bocina hay a espuertas en todos los ámbitos (políticos, científicos, analistas, gestores…), pero sería deseable que sienten los pies en el suelo, que la cabeza esté fría y que se entienda bien que sobra la retórica de los grandes ideales que siempre se dictan como brindis al sol. Una comarca como Los Pedroches requiere cariño, verdades y hechos. No palabras hueras. Nada de literatura pueril y falacias que nos entierran en pocos años. El mundo se mueve, siempre, con ideas grandes y sabias (de mirada certera), pero sobre todo con hechos, con compromisos fehacientes, con soluciones factibles sin demora; y especialmente con la aquiescencia del Pueblo entero, que es sin duda el protagonista de excepción en esta empresa. Los Pedroches lloran necesidades acuciantes, que son bien conocidas, pero también son conscientes de lo que debe ser el futuro, que no es otra cosa que manos y pasión. Porque la vida de una tierra se hace siempre con el imaginario de todos en danza, caminando en la misma dirección. Los Pedroches se miran este fin de semana con mirada seria. Es necesario.
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