El historiador Manuel Vacas presentó la semana pasada en el patio del IES Antonio María Calero su último libro, ‘Hasta la última gota de sangre. El norte de Córdoba, frente de guerra (Los Pedroches y el Valle del Guadiato)’. Una publicación muy completa, que tendrá continuidad, y que se convertirá en una guía para conocer algunos de los lugares y restos materiales que ambas zonas conservan de la Guerra Civil. Vacas reivindica la necesidad de conservar esos elementos, un llamamiento plasmado también en un libro muy pedagógico con el que el lector es capaz de viajar hasta los lugares que presenta y que el historiador conoce a la perfección. 

 

P: ¿De dónde surge la necesidad de escribir ‘Hasta la última gota de sangre’?

R: Me ha interesado siempre el tema de la Guerra Civil y fui acumulando información, era simple curiosidad de historiador. Iba leyendo, buscando sitios, vas acumulando información, ampliándola visitando archivos y pensé que lo mejor era poner esa información por escrito. En esta zona es algo que está poco estudiado y es muy poco conocido, además el propio trabajo histórico viene a poner en valor los restos de la Guerra Civil que existen y buscar un mecanismo para su protección. Es muy importante que se protejan esos restos, en la zona hay muchos porque fue zona de frente, pero es muy importante que se vayan conservando para que no se pierdan progresivamente. Esa intención también está en el libro, hacer un llamamiento, ponerlo en valor de cara a la protección, al menos, los más significativos y los que han tenido mayor trascendencia. 

P. ¿Cree que hay interés por conservar estos elementos en la zona?

R: En España hay muchos lugares que se han musealizado, restaurado, se han hecho excavaciones arqueológicas, se han conservado… Los restos materiales son un elemento muy importante para conocer la historia y no es lo mismo acercarte a través de un libro que hacerlo a través de un resto material, cuando estás viendo un resto estás palpando, estás sintiendo cierta empatía con ese momento histórico. En muchos sitios se ha hecho, en la zona norte de Córdoba sé que hay algunos municipios que están muy interesados, es más a raíz del libro desde algunos municipios han contactado conmigo. Aquí en Los Pedroches se musealizaron los refugios de la Guerra Civil. Las trincheras, que mucha gente conoce, hasta ahora no se han conservado, no se han puesto mecanismos para ello, debería haber interés porque son restos patrimoniales importantes que hay que conservar porque se van deteriorando progresivamente. 

P: Equipara en el libro la batalla de Pozoblanco a otras más conocidas de la contienda bélica, ¿por qué cree que no adquirió tanta relevancia?

R: Bueno sí tuvo relevancia y tuvo su repercusión, el problema ha estado en que luego no se ha difundido por la historia posterior. En primer lugar, coincidió con la batalla de Guadalajara, que por la cercanía con Madrid tuvo más repercusión en los medios de la época, pero la de Pozoblanco también la tuvo. Fue una batalla importante en el sentido de que cuando se frena el avance franquista en Los Pedroches y se estabiliza el frente se impedía, por ejemplo, que los franquistas avanzaran hacia La Mancha, desde donde el avance hubiera sido más claro porque no hay elementos defensivos, hubiera supuesto un avance muy veloz hacia Madrid. En su momento, sí se le dio importancia, tuvo reconocimiento de las autoridades del Gobierno de ese momento, pero progresivamente cuando se empieza a estudiar el tema de la Guerra Civil se empiezan a estudiar los grandes acontecimientos, se focaliza todo en torno a Madrid, Cataluña, los puntos más importantes. Estos frentes secundarios se van dejando de lado, pero en su época sí tuvo cierto reconocimiento, de hecho, Hemingway en ‘Por quién doblan las campanas’ lo nombra. Tuvo su eco hasta ese punto. 

P: Esa batalla y otras cosas las explica de una manera muy pedagógica. Refleja en su libro también su parte de profesor. 

R: Yo entiendo que he sido excesivamente detallista o con hechos excesivamente localizados, pero es que era eso lo que me apasionaba, el hecho de que si se hablaba de una determinada ubicación ir y comprobarlo. He intentado ser pedagógico para que aquellas personas que lean el libro y no conozcan las localizaciones lo puedan seguir, esa era mi intención. Lo mismo que en la zona del Guadiato, cuando hablo de la contraofensiva republicana. He intentado sistematizar, organizar bien la información para que se pudiera comprender y que el lector no se aburra.

P: Lo que está claro, algo que también hizo en la publicación sobre las trincheras, es que una fuente de documentación ha sido el propio terreno. 

R: Esa ha sido la parte que más he disfrutado, tienes la parte bibliográfica, lees libros, cualquier tipo de documento que hablara de esta zona, eso se complementó con documentación de archivo. Pero cuando tuve ese volumen de información iba al punto concreto para ver si había algo, para ver el reflejo de la información en el espacio real. Ha sido un trabajo continuo porque ese proceso me llevaba a un sitio y me encontraba restos de los que tenía que buscar más información. Una cosa fue alimentando a la otra y fue creciendo, he disfrutado mucho porque he conocido la comarca Los Pedroches y el Guadiato en profundidad. También a gente que me ha llevado a unos sitios y otros, para mí eso ha sido una experiencia muy enriquecedora. 

P: El libro habla mucho de la arquitectura bélica, ¿por qué este interés?

R: El trabajo estaba planteado en hacer un estudio de la línea del frente, por dónde iba, cómo se organizaba, y sobre todo qué tipo de arquitectura defensiva se construía. Cuando vas visitando lugares vas viendo cosas que tienen elementos en común, pero también cosas diferentes, es algo que te disloca y te impide comprender verdaderamente lo que estás viendo. Estudiar la arquitectura defensiva, los elementos que componen una posición defensiva, cómo se construían, en qué lugares, toda la estrategia defensiva…  He intentado que sea un capítulo pedagógico para que la gente que lo lea vaya a un sitio y pueda entenderlo. El libro giro en torno a los restos que existen en estas comarcas, es la parte fundamental, sobre todo porque se trataba de darle sentido a algo que mucha gente conoce, pero no llega a entender o comprender. Eso ha sido también gratificante. 

P: Visto de esa forma, la publicación puede convertirse hasta en una guía con la que poder acudir a las diferentes zonas. 

R: Esa era mi obsesión porque cuando empecé a investigar no me interesaban tanto las operaciones, aunque hay parte de ello, sino alcanzar y comprender de primera mano las experiencias que las personas que estuvieron allí vivieron, es decir, las condiciones en las que vivían, qué cosas sentían, cómo llegaron allí, de dónde venían, mostrar un poco el plano humano, no solo militar. Lo que buscaba era eso por lo que mi intención es que si alguna persona quiere ir a alguno de los sitios pueda leer el libro y ponerse también en la situación de lo que se vivió. Al fin y al cabo, los historiadores lo que intentamos es reconstruir todo el escenario donde se desarrollaron los hechos. 

Lo único que lamento es haber llegado tarde, no poder haber hablado con gente que lo vivió, eso te obliga a rastrear en libros, en memorias, es diferente. Una parte que utilicé mucho para esa parte humana son las comunicaciones cuando se está produciendo el ataque a Pozoblanco entre Pérez Salas y otros jefes del Estado Mayor, son comunicaciones telefónicas transcritas donde se dice claramente por dónde va el ataque, cómo entraban en lugares muy concretos que te lleva a transportarte a ese momento, era lo más parecido a un testimonio oral. Quería recrearlo, también por darle otra visión porque entiendo que hay un libro fundamental del tema, ‘La Guerra Civil en Córdoba’, de Francisco Moreno, que sí pudo contar con muchos testimonios y yo no quería que esto fuera lo mismo, había que aportar alguna novedad por algún sitio e intenté poner el énfasis en otros aspectos que quizás él, consultando las mismas fuentes o parecidas, había tratado menos.

P: También expone algunas de las figuras internacionales que estuvieron aquí.

R: Ese tema es el gran desconocido, porque lo que aquí sucedió tuvo unas dimensiones internacionales brutales. Aquí hubo momentos que estuvieron estas figuras a las que te refieres de la XIII Brigada Internacional donde había gente de toda Europa, hubo una Brigada Mixta que tenía un batallón también internacional, gente que después de pasar por aquí se fue a la Brigada Lincoln. Vi que eso no se conocía mucho y cuando posteriormente empecé a investigar sobre algunas de esas figuras vi un perfil determinado, eran auténticos luchares de la libertad, empiezas a ver que son infiltrados en el partido nazi, gente que había estado en movimientos revolucionarios y que habían sido encarcelados y terminan aquí. Ver que ese tipo de personas, que de una forma u otra, acaban aquí y luego llevan su presencia en la zona el resto de su vida en la memoria, participan luego en la Segunda Guerra Mundial, es algo que me resultaba muy llamativo. No solo por la XIII Brigada Internacional, también por los voluntarios fascistas italianos, las tropas marroquíes, voluntarios portugueses… Es decir, aquí hubo momentos en que prácticamente estaban enfrentándose en España italianos contra italianos, alemanes contra alemanes, lo que también da reflejo de las connotaciones internacionales de la Guerra Civil, que es como el preámbulo de la Segunda Guerra Mundial. Eso me parecía muy atractivo. Posteriormente, cuando volvieron a sus países pasaron diferentes situaciones pero contaron su situación, tuvieron reconocimiento, no estuvieron sometidos al silencio, por lo que sus memorias me han dado información muy abundante y eso es muy interesante. 

P: Hablando del silencio y del reconocimiento, hace unas semanas el Instituto Antonio María Calero, en el que usted trabaja, acogió la exposición de los Stolperstein o piedras conmemorativas que van a recordar a personas de Los Pedroches que fueron deportadas a campos de concentración nazi. ¿Por qué cuesta aquí hacer ese tipo de reconocimientos?

R: Cuesta muchísimo y es algo que no entiendo. Es cierto que la Guerra Civil tiene muchas aristas, muchos aspectos, pero hay que reconocer que muchos de ellos lucharon por la libertad y por esa lucha tuvieron que salir de aquí, corrieron vicisitudes por el resto de Europa porque acabaron combatiendo en la Segunda Guerra Mundial, en la Resistencia o en los campos de concentración. Esto no es un tema de derecha o izquierda, se trata de que personas que defendían un régimen democrático acabaron perdiendo los mejores años de su vida, desarraigados para siempre, habiendo perdido todos sus referentes y habiendo vivido una de las experiencias más desoladores que probablemente puede vivir un ser humano. No entiendo que cueste reconocer eso. Por eso, cuando conocí la iniciativa de los Stolperstein me pareció fundamental que estuviera aquí y la repercusión que tuvo en el instituto y en el alumnado ha sido importante. Muchos de ellos no sabían que gente de sus pueblos habían acabado en los campos de concentración, ponerle nombre, apellidos, una historia, esa es una de las experiencias más positivas que hemos podido tener porque les ha permitido ver una realidad que no conocían porque por el miedo y por otras circunstancias son historias que se han tenido ocultas. 

 

P: Volviendo a la publicación deja claro que habrá un Libro 2, ¿qué incluirá en el mismo?
 
R: En este volumen se habla de la batalla de Pozoblanco y del frente que se organiza en torno a eso, pero hay aspectos que quedan al margen como zonas de muchísimo combate donde hay muchos vestigios de la Guerra como es la zona del Calatraveño, hay muchas historias interesantes que no tenían cabida aquí. O la zona entre Belalcázar y Cabeza del Buey que hay una operación que crea una nueva línea de frente que deja muchas estructuras defensivas que están muy bien conservadas o la última batalla que llevó a cabo la República en torno a Peñarroya, fue la última batalla, el último esfuerzo antes de finalizar la Guerra, que fue en enero de 1939. La batalla de Pozoblanco se conoce poco, pero es que esa batalla es prácticamente desconocida y fue de unas dimensiones colosales. Esa parte pues iría en ese volumen y luego vas recopilando información y me gustaría incluir cosas de la vida cotidiana que he ido encontrando sobre la alimentación, la propaganda, los discursos entre las líneas de frente, cosas más cotidianas, pero que son interesantes. También quiero tratar el tema de la mujer porque aquí hubo milicianas y quiero desarrollar el papel de la mujer en la guerra, porque es muy interesante. 

P: Dedica el libro a sus hijos diciendo que con dos padres historiadores no quiere ni pensar cómo recordarán las conversaciones de sus padres cuando sean mayores, pero también a sus abuelos. ¿Cómo han influido esas dos historias, las de sus abuelos, que deja entrever en esa dedicatoria para su interés por todo lo que cuenta en este libro?

R: Lo de mis hijos dije que lo tenía que poner porque van a estar marcados por estas conversaciones. Luego, cuando yo empecé a estudiar Historia, a informarme, el primer referente que tuve fueron mis abuelos. Empecé a descubrir la historia de mi abuela, que era de Pozoblanco, y me contaba la noche en la que se tuvieron que ir porque estaban bombardeando el pueblo. O la historia de mi abuelo, era de Villa del Río, pero pasó una situación similar teniendo que salir la noche de Navidad corriendo con los aviones ametrallando el puente por el que pasaban. Les preguntaba mucho, querían que me contaran, han sido dos referentes que los he tenido en mente siempre. Mi abuela sí llegó a verlo, mi abuelo no pudo ver el resultado, eso es una pena pero sé que le hubiera encantado.