Posiblemente se haya escrito y descrito en multitud de ocasiones, pero no por eso le resta un ápice de emoción porque ver la Plaza de la Iglesia un Martes Santo en Pozoblanco sigue erizando la piel. Fue un Martes Santo de plenitud, donde las lágrimas del año pasado quedaron en el recuerdo porque la lluvia, presente durante todo el día, dio la tregua suficiente para que la Hermandad Servita y Cofradía de Nazarenas de María Santísima de Los Dolores y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno decidieran hacer sus respectivas estaciones de penitencia. 

La música de la capilla «Mater Dolorosa» de Pozoblanco abrió el cortejo, como viene ocurriendo desde el año 2013, y nuevamente, se escuchó en las calles de la localidad ‘Vía Matris’, obras del compositor pozoalbense Martín Fernández y estrenada el Viernes de Dolores de hace tres años. La elección musical no es baladí para esta Hermandad, como no lo es nada, porque a través de ella intenta mantener el rigor con la historia en la que se apoya la Cofradía de Nazarenas de María Santísima de Los Dolores. 

Un rigor con el que se acompaña a la titular de la Hermandad Servita, la única que prescinde de costaleros, en su caminar por las calles de Pozoblanco y este Martes Santo no fue una excepción. Bellísimas imágenes dejó el paso de la Virgen de Los Dolores, acompañada por la Banda Sinfónica de “Santa Cecilia” de Pedroche, que también acompaña a la imagen desde el año 2013. La salida se hizo bajo el Ave María de Vladimir Vavilov -con adaptación de Cristóbal López- y a renglón seguido, la banda estrenó la partitura “Mayor Dolor” de uno de los compositores más pujantes y talentosos del momento, Daniel Albarrán. Una pieza dedicada a la Hermandad de la Carretería de Sevilla estrenada en febrero del 2024 por la Oliva de Salteras. 

El Nazareno

El otro foco del Martes Santo estuvo en la capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno donde un amplio grupo de nazarenos esperaba para salir a la calle y ver esa imagen característica del tercer día de la Semana Mayor pozoalbense. Volvió a lo grande el Nazareno, con su túnica antigua una vez restaurada, y nada más pisar adoquín escuchó la primera de las saetas de la noche, cantada por Antonio de Pozoblanco. Silencio sepulcral. 

Con la noche ya caída, el Nazareno avanzó hacia adentrarse a una de las partes más emblemáticas y características de su recorrido, el casco antiguo del municipio antes de encarar su entrada en Carrera Oficial. La imagen estuvo acompañada musicalmente por la Banda de Cornetas y Tambores Expiración, de Quesada (Jaén).