Estudio-Comentario sobre la naturaleza de contratación en España (Diciembre 2015)

«Lo enunciaré de forma sencilla pero ambiciosa: la próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España. No lo quiero con carácter coyuntural, lo quiero definitivo”. 

José Luis Rodríguez Zapatero (03/07/2007)

Por aquel 03/07/2007 la tasa de paro en España era del 7.93%, y es que, desde que tenemos constancia de estos datos ha sido la tasa de desempleo más baja jamás conocida. La competencia gubernamental podía perfectamente alardear de bonanza y es que, “haciendo uso de un símil futbolístico, se podría decir que España ha entrado en la Champions League de la economía mundial[1]”. 

Objetivamente era una situación grandiosa y no puede negar lo contario, pero no indague mucho sobre la configuración y situación laboral del país pues puede que llevarse una grata sorpresa. Detrás de esta tasa de desempleo teníamos una combinación de elementos volátiles que podían cambiar dicha situación en cuestión de meses: gran parte del empleo era de baja cualificación, la mayoría de los trabajadores se concentraban en determinados sectores de actividad, la tasa de abandono escolar era descomunal y para más inri… se destinaban cantidades ingentes de dinero a evitar este rechazo a la educación (que más que inversión, estaba siendo gasto). Sin incidir mucho más en todo esto, damos un salto en el tiempo y en la situación (en serio, ¿alguien creía que iba a ser sostenible?). Volviendo al argot futbolístico; de la champions a colista.

El primer trimestre del año 2013 fue el peor de la historia que conoce España (ya venía creciendo sin cesar desde 3T/2008), en lo que respecta a número de desempleados en el país. Un terrible 26.94% (1T/2013, EPA) de parados evidenciaba la peor situación laboral que jamás vivió España. Pero como podemos observar a día de hoy en la encuesta de población activa (en su serie histórica) ha ido reduciéndose desde aquel terrible 26.94% hasta el 21.18% (actualmente, 3º trimestre de 2015). Haciendo un sencillo cálculo, tenemos que el resultado ha sido de una disminución de 5.76 puntos porcentuales en relación a la tasa de desempleados. El paro era (y es) el principal problema de la economía española.

A simple vista, observando los datos de la tasa de desempleo y su evolución (y mejora) durante estos 2 años podemos augurar una grandiosa recuperación, pero ¿realmente se puede extrapolar esta mejoría a una mejor configuración laboral?

En los últimos días y aconteciendo a la celebración de elecciones generales, el actual gobierno hacia alarde de las estadísticas generales de la EPA[2] (ofrecida por el INE) en materia de creación de contratos. Lo hacía evidenciando una “recuperación del mercado laboral” que venía manifestándose en los dos últimos años (desde 2013, punto de inflexión del crecimiento del desempleo a la reducción del mismo) con la proliferación de nuevos contratos y puestos de empleo, evidentemente, se está reduciendo el desempleo…pero, ¿cómo es realmente este?

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Tabla 1. Creación de nuevos contratos por naturaleza

 

Con todo lo dicho, no se puede menospreciar el crecimiento del total de empleos, pero este hecho puede ser el comienzo de un problema mucho mayor. Según los datos que arrojan las estadísticas de contratación del SEPE (y la selección en la Tabla 1), la intención de contratación indefinida está siendo minada haciendo que aproximadamente el 80% de los contratos que han sido creados nacen para suplir de forma temporal contingencias que presentan las empresas. Las razones que alientan esta situación es la incertidumbre de los responsables de las compañías nacionales debido al presente contexto económico, político y social.

Así mismo, las mismas fuentes (anteriormente citadas), manifiestan una conversión de contratos temporales a indefinidos de aproximadamente el 3-5%. Este porcentaje puede no parecer extraño debido a que se asemeja a países como Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia e Italia (datos EUROSTAT[7]), pero debemos de tener en cuenta que España rompió la trayectoria que seguían todos estos países allá por los años 90, reduciendo su porcentaje en más de 20 puntos porcentuales con respecto a la media de estos países en porcentaje de indefinidos con respecto al total de contrataciones.

El problema se hace considerable teniendo cuenta que estos empleos tienen tendencia a perderse de forma natural (por la finalización contractual) y son más inestables ante cualquier síntoma negativo que presente el mercado. También se entiende que este tipo de contratación altera y modifica las intenciones de consumo de los agentes comerciales, haciendo que este se reduzca en muchos de los casos, un hecho que podría desencadenar la reducción de demanda y, por consiguiente, de la producción empresarial (repercutiendo en las necesidades de mano de obra que tienen las empresas) y volviendo a la recesión laboral. Dicho de otra forma, lo que aparentemente es un aliciente para la remontada de la economía general del país hispano puede desembocar en una nueva recaída de la misma haciendo que se requieran de forma más incidente nuevas reformas. Dentro de las competencias que acometen las autoridades laborales se requiere de una insistencia básica por parte de la incitativa a la contratación de larga duración.

Consiguiendo inculcar la necesidad de la contratación indefinida en la industria podemos comentar una serie de beneficios tanto como para la economía general como a la empresa particular: desarrollando valores sinónimos de fidelidad hacia la entidad contratante, así como la mejora de la imagen y la cultura de la organización.

 

[1] José Luis Rodríguez Zapatero (presidente de España 2004-2011). 11/09/2007

[2] Encuesta de población activa (Fuente INE).  Instituto Nacional de Estadística (INE), la máxima autoridad nacional en recopilación de estadísticas en nuestro país, proporciona la Encuesta de Población Activa (EPA).

[3] Datos estadísticos de contratos. Fuente datos: SEPE (Institución perteneciente al Ministerio de Empleo y Seguridad Social).

[7] http://appso.eurostat.es.europa.eu/nui/show.do?dataset=lfsa_etpga&lang=en

 

*José María Gómez Rodríguez, Graduado en Dro. y Adm. de empresas en la Universidad de Córdoba. Profesor Colaborador honorario en el Departamento de Org. de Empresas de la UCO.