Veinticinco fotografías para visibilizar la violencia de género, veinticinco instantáneas que reflejan la crudeza de esa lacra social. La exposición «Nos queremos vivas» que estos días puede verse en el Centro Cultural de Hinojosa del Duque pone el acento en la necesidad de romper los silencios, de no mirar hacia otro lado, de tomar conciencia de su presencia en todos los estratos sociales, en todas las edades. Y para conseguirlo la Asociación de Mujeres Candela, en colaboración con el Ayuntamiento de la localidad, decidió dar un paso al frente, tirar de empatía y mostrar los rostros de mujeres desoladas y rotas por los golpes. La exposición consigue lo que persigue, no dejar indiferente e invitar a la reflexión.
«Desde hace veintisiete años nos reunimos los primeros miércoles de cada mes, teníamos claro que había que hacer alguna actividad contra la violencia de género y pensamos en la idea de la exposición prestando nuestros rostros», nos cuenta la presidenta de la asociación, Emilia Gómez. Recorremos la exposición de su mano y junto a otras socias de esta asociación de mujeres, Emilia Largo, Carmen Ayuso y María José Sánchez, que muestran con orgullo un trabajo que está cosechando un importante éxito y que tendrá su continuidad porque algunos centros educativos de la localidad ya le han pedido que las fotografías recalen en sus pasillos para seguir con el trabajo de concienciación y sensibilización.
Una vez establecida la idea, llegaron las sesiones de maquillaje -obra de Moretahnmakeup by Carmen Moreno– y de fotografías –Antonio Ruiz– para dar forma a esa idea. «Se realizaron dos o tres al día porque nos tenían que maquillar y luego nos hacían muchas fotos para elegir la más acorde con el texto», apuntan. Y es que cada fotografía, que habla por sí misma, también refleja un mensaje -escritos por Verónica Moreno– que abarcan todos los rincones y aspectos de la violencia de género.
Bajo los rostros, detrás de los golpes llegan mensajes tantas veces escuchados como «Intento que no se enfade», «¡Sola no puedo!», «Solo le pasa cuando bebe», «Ya no sé ni quién soy», «Me gustas cuando callas»,»¿Vas a seguir mirando hacia otro lado?», «Dice que si lo dejo se suicida», «Dice que es porque me quiere demasiado», «Me advirtió que no publicase fotos en instagram», «30 años de matrimonio y ninguna denuncia», «El silencio de todas es un cuchillo», «Dice que volverá a pasar», «Pasa después de todas mis victorias», «No le gusto a tus amigas, si me quieres déjalas», «La justicia es igual para todas», «Es un asunto de salud pública, no de pareja», «Mi vida está en sus manos», «Hasta que la muerte nos separe». «Quería mi contraseña de instagram para protegerme», «Fue porque esa noche le dije que no», «Dice que no soy una buena madre porque trabajo», «Es mía», «Dijo que me protegería siempre», «¿Qué pasa si hablo?» o «Tiene dos caras».
Los mensajes y las fotografías se presentan como algo indisoluble para adentrarse de lleno en una exposición que deja un sabor amargo, el que se absorbe de «la impotencia, la rabia y el dolor». «Queríamos visualizar la violencia de género y creemos que lo hemos conseguido con una exposición que impacta porque se sale con rabia, con el dolor de saber que es algo que vemos continuamente sin llegar a verlo», relatan. Palabras que sacan a relucir el «silencio, la vergüenza y el sentimiento de culpa» que sacude a muchas mujeres. «Nosotras como asociación hacemos mucho hincapié en la denuncia porque hay muchas mujeres que no son capaces de dar ese paso, hay que echarles una mano para ayudarles a salir de esas situaciones», afirman unas mujeres que llevan más de dos décadas al pie del cañón para lograr «una sociedad igualitaria, eso es lo que persigue el feminismo, no otra cosa».
Una igualdad que defienden que tiene que absorberse en el hogar, en el seno de la familia, pieza fundamental en la educación de cualquier persona. «Hay que empezar desde abajo, hay que educar en igualdad para evitar ciertos tipos de comportamientos en el futuro», señalan unas mujeres que ayer se sumaron a la manifestación en Córdoba contra la violencia de género, lo vienen haciendo desde hace veinticuatro años y seguirán porque «sigue siendo necesario, porque avanzamos pero muy lentamente». De momento gritan a través de golpes ficticios que emulan a los reales que «Nos queremos vivas» y lo hacen en una exposición que consigue remover.
No hay comentarios