Con un día soleado que fue aprovechado por muchas personas para acercarse hasta el santuario de la Jara, en plena dehesa, y en una jornada intensa donde las tambores ya resonaron de madrugada y el olor a pólvora llegó con el amanecer, Pozoblanco dijo adiós a la Virgen de Luna. Si en febrero el camino, esos doce kilómetros que separan el santuario de la localidad, se hacen con el abrigo a cuestas pero con la alegría del reencuentro; en junio el camino es a la inversa. Los sentimientos se aglutinan en torno a lo que implica decir adiós. Toca cumplir con las tradiciones y el pueblo de Villanueva de Córdoba ya espera para que la Virgen de Luna llegue a sus calles.
Antes de eso, la Cofradía de la Virgen de Luna de Pozoblanco cumplió con cada una de sus tradiciones, que siguen permaneciendo vivas entre las generaciones que hoy se dieron la mano para hacer ese camino. Pasada las siete y media de la mañana, la patrona y alcaldesa perpetua de Pozoblanco, ya había abandonado uno de sus municipios, emprendiendo el camino de vuelta a su santuario portada a hombros. Algo más de tres horas por delante para llegar al destino, arropada por su pueblo, con gente esperando su llegada y otra tanta acompañándola en el propio camino.
Una vez en el santuario de la Jara volvieron a escucharse los disparos, el olor a pólvora lo envolvió todo, hasta el movimiento de la bandera, y en ese momento los portadores elevaron a la patrona que entró así en la explanada del santuario donde se celebró la Eucaristía. Alrededor se sucedieron las reuniones entre familiares y amigos, que aprovecharon la excelente jornada para disfrutar de un día de convivencia. Mientras, Villanueva de Córdoba ya coge el relevo y mañana lunes la Virgen de Luna será llevada hasta la localidad jarota.
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