Un mes, con todos sus días y sus noches, es el tiempo que en el día de ayer cumplimos los españoles bajo un estado de alarma que conlleva unas restricciones que han dado un vuelco completo a nuestras vidas. El Covid-19 llegó arrasando con todo y dejando a su paso cifras, datos, números y curvas que se repiten día tras día. La información también se ha visto alterada y el trabajo de los periodistas, más allá de acercarse a la realidad de la pandemia con unas dificultades evidentes, se viene centrando en contar las historias paralelas a los cambios que se han producido en nuestra sociedad. Esas historias son las que a lo largo de este mes han conseguido sacar una sonrisa, también provocar alguna lágrima, que compense la incertidumbre que se respira desde que el coronavirus marca nuestros días, historias que se han convertido en rayos de luz.
El sábado 14 de marzo, cuando el estado de alarma se activó, se escucharon los primeros aplausos en los balcones para reconocer el trabajo de los profesionales sanitarios, aplausos que se han repetido desde entonces y que han servido para estrechar la relación entre vecinos a través de unos balcones que se han convertido en el epicentro de la vida para muchos. Después, la palabra confinamiento comenzó a ser parte esencial de nuestro diccionario y fue cuando el ingenio y la solidaridad se presentaron como herramientas para hacerle frente.
Y así fue como hemos podido jugar al Pozopoly, con calles y lugares reconocibles para los pozoalbenses; como hemos visto a mujeres y hombres formar cadenas solidarias para la elaboración de mascarillas y batas para abastecer a centros sanitarios, residencias y población en general, de norte a sur de la comarca y de este a oeste; o como una empresa luchó hasta hacerse con 45.000 mascarillas para repartirlas por toda la comarca. A lo largo de este mes, con todos sus días y sus noches, hemos visto a empresarios unirse para ofrecer comida y bebida a los transportistas y también nos hemos adentrado en centros que se han blindado contra el coronavirus y donde residentes y profesionales tienen que dar lo mejor de sí mismos para superar esta crisis.
Mientras el ejército y los bomberos ayudan en las tareas de desinfección, hemos contado cómo la vida se abre también paso en estos días oscuros y nos hemos acercado a la enfermedad a través del relato de quien la ha padecido y vencido. Mientras contábamos que fiesta tras fiesta, tradición tras tradición y cita tras cita se iban cancelando, narrábamos una reinvención de las mismas para que las identidades de los pueblos sigan permaneciendo en este año de paréntesis. Así, las cruceras de Añora se han tornado en fabricadoras de mascarillas, muchos colectivos de Dos Torres han donado sus subvenciones para la compra de material contra el coronavirus y las impresoras 3D de muchos particulares de la comarca, con donaciones incluidas, han trabajado a destajo durante estos días para abastecer de máscaras protectoras a centros sanitarias y residencias.
En este mes también hemos hablado con personas que han dejado sus propias vidas atrás para blindar sus centros de trabajo, las residencias de mayores, y sus usuarios contra el maldito virus. Alcaracejos, Hinojosa, Villaralto o El Guijo son algunas de las localidades donde los trabajadores de sus residencias decidieron llevar a cabo el confinamiento junto esos mayores, los más vulnerables ante la pandemia.
El mundo de la cultura y del deporte no han estado al margen y pronto llegaron iniciativas para entretener y ayudar a que el paso del tiempo no se convirtiera en una losa complicada de superar. Entre pasión y pasión también hemos visto nacer iniciativas solidarias como la de Animal Rock y nos hemos dado cuenta de que cuando todo esto acabe habrá historias que habrá que seguir, como la prometedora carrera de María José Llergo que se convirtió en protagonista de Late Motiv. Del deporte nos llegó la historia de Oihana Aldai, portera del Pozoalbense, que no dudó en dejar Pozoblanco para incorporarse como enfermera en un hospital de su País Vasco natal. Y hasta nosotros nos hemos animado con Ruralpedia a lanzar un concurso de cocina que sirva de distracción para estos días.
Seguirán lloviendo las cifras en modo de parte, no pararemos de hablar de la curva, ni de los efectos devastadores que se derivarán de la pandemia, pero cuando las cosas se tornen muy negras será bueno recordar que la sociedad, también la de Los Pedroches, ha demostrado estar a la altura de las circunstancias, que entidades, empresas, colectivos y particulares se han sumado a una lucha contra lo desconocido aportando inmensos rayos de luz en días tan complejos que parecen no tener fin.
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