Un gobierno en funciones, una hija y hermana de reyes sentada en el banquillo, los Pujol declarando en la Audiencia Nacional, Rita Barberá blindada para que mantenga su aforamiento cuando el grupo municipal del PP en Valencia está siendo investigado, conversaciones telefónicas entre empresarios y políticos hablando de putas y de comisiones, tres por cientos… No, no es el guión de una película, es la realidad en la que se mueve este país en el que lo que importa es si Pablo Iglesias acude con corbata o pajarita a la gala de los Goya. Es la realidad de un país en el que dos titiriteros están privados de libertad por un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo por sacar una pancarta dentro de un contexto en el que se denunciaba simplemente un montaje policial.
Obviamente y visto el argumento de la obra que representaban los titiriteros está claro que no es un espectáculo que pueda catalogarse para todos los públicos y, al menos, el Ayuntamiento de Madrid desde el área de Cultura tendría que haber revisado la programación para evitar este error. Después de ese error, pidan la dimisión de la concejala de Cultura, Celia Meyer, pidan directamente la de Manuela Carmena, hagan lo que quieran, pero pidan también que esos dos titiriteros salgan de la cárcel, un lugar en el que no deberían estar. Porque de lo contrario, es que se nos está yendo la olla.
Dice el «Financial Times» que el caso de los titiriteros está sirviendo de «perfecta distracción» en un momento en el que España está inmersa en la búsqueda de acuerdos de gobierno. No sé si será una distracción, pero desde luego que habla mucho de este país que a veces sigue viviendo en blanco y negro. Esa España que pone banderas francesas pero que se avergüenza de la suya, esa España que grita ‘Je Suis Charlie Hebdo’, pero que en su territorio la sátira está castigada con la prisión preventiva, esa España donde se puede hablar del IRA, pero ni mencionar a ETA, no te vayan a acusar de proetarra a la mínima de cambio.
Estamos en un país donde el presidente en funciones dice, después de hablar de casos como la Gürtel o Bárcenas o la operación Taula que no se va a dejar ya pasar ni una en materia de corrupción. Días después de eso, su mismo partido coloca a Rita Barberá como suplente en la diputación permanente del Senado y así asegurar su aforamiento. Pero aquí no se va a pasar ni una. Gente pidiendo la presunción de inocencia para unos y condenando a dos titiriteros por una representación y para los que se ha decretado prisión preventiva valorándose el riesgo de fuga y un posible riesgo de reiteración delictiva. Se nos está yendo la olla.
Y para rizar el rizo, llevamos unas semanas donde salen de su escondite pesos pesados de los partidos para adoctrinar a los suyos y a quienes no son los suyos. Atención que en el PSOE ha salido Felipe González a dar lecciones y con él todos los que vienen olvidándose de lo elegido por las bases y poniéndole más zancadillas a Pedro Sánchez. Cómo será la cosa que hasta medios como «La Razón» alaban al que fuera presidente de España. Títeres y titiriteros en una España que sigue sin encontrarse y donde quienes quieren manejar los hilos defienden lo que haya que defender. Una España en blanco y negro, sin alma y sin razón.
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