No me atrevo afirmar si este mundo es de los hombres, de los animales o fabricado de las ocurrencias del integrismo religioso.

Aquí ya nadie se asombra ni mueve un músculo para manifestarse y armar la de Dios, cuando un grupo de integristas, en nombre de Alá, secuestra a más de 200 niñas en Nigeria para venderlas como animales, violarlas o matarlas, bueno matarlas no que eso va contra el Corán o nuestro sexto mandamiento, y hasta ahí podíamos llegar.

Ya lo explicó bien clarito en su sermón del otro día el curilla de Canena, delante de los niños que hacían la comunión. Les explicaba a estos futuros hombres que uno puede llegar borracho a casa, pegarle a su mujer, violarla si viene calentito, todo menos llegar a matarla. Un hombre de bien y buen cristiano no mata a su mujer, la puede dejar muy malita, pero matarla no, que eso va contra el sexto mandamiento.

Evidentemente este cura no puede representar a ninguna Iglesia, del mismo modo que los secuestradores y violadores de las niñas a Alá o a cualquier ley musulmana digna de ser tenida en cuenta. Y parece que la mujer continúa siendo el juguete preferido para justificar esta violencia religiosa.

La Iglesia Católica, los cristianos, no deben permitir ningún tipo de comparación con cualquier aberración de este tipo, porque no existe sólo el sexto mandamiento, antes de llegar a ese se pueden ir cometiendo pecados contra muchos otros, que pueden convertir la vida de cualquier persona en un infierno, tanto como para desear la muerte.

Este cura seguirá dando sermones en su púlpito – el obispado de Jaén lo considera como un lapsus o malentendido en el sermón -, y algunas de las mujeres del pueblo, preguntadas al respecto, siguen considerando que si el cura ha dicho eso, eso va a misa y no hay más que hablar.

No sé yo que opinión tendrá el Papa Francisco de ministros de Dios como éste animoso párroco, pero flaco favor se hace a la regeneración de la Iglesia manteniendo en el púlpito a elementos como éste o como otros que esconden sus más bajos instintos debajo de su sotana.

Tal vez ya va siendo hora de ir colocando a mujeres en estos puestos, como Sor Lucía Caram, con una forma de ver la religión y el cristianismo mucho más cercana, real y humana. Al fin y al cabo ellas nos han parido a todos, habría que darle una oportunidad, además de dejarlas vivir.