«Es que siempre nos toca perder». Esa fue la demoledora frase que pronunció una de las madres que se quejaban amargamente por la reducción del cupo de profesores del CEIP Virgen de las Cruces de El Guijo. Padres y madres preocupados por la educación de sus hijos y por la dificultad de acceder a ciertos servicios en municipios pequeños del mundo rural. «Mucho se habla de políticas para los pueblos pero luego, dónde quedan», decía otra madre.
Lo cierto es que mirando ciertas cosas ese amargo lamento se convierte en una realidad. Casi siempre nos toca perder. Nos toca perder en infraestructuras, nos toca perder en acceso a servicios, nos toca perder en presencia, nos toca perder en los presupuestos. Y de tanto perder hay quien puede caer en el error de conformarse. Nos ha tocado tantas veces perder que parece que aún seguimos pidiendo perdón por disfrutar de una estación de AVE que «no es rentable económicamente».
Pero es que la rentabilidad en ocasiones es demasiado relativa. Económicamente podrá no ser rentable tener a tres profesores para veinte niños -ojo, de nueve niveles diferentes- e igual se sale del cupo establecido por ratio de niños. Pero las administraciones deberían tener la obligación de mirar más allá de los números y mirar los aspectos sociales y la casuística de cada caso. Igual apreciando esos detalles las cosas pasan a ser rentables socialmente.
Si nos vamos al plano de las comunicaciones la sensación de perdedores no hay quien la elimine y mucho me temo que con la estación del AVE nos han conformado para días. Ahora se habla mucho de autovía y a mí eso me suena hasta raro relacionándolo con Los Pedroches. De momento habrá que ver qué pasa con las obras de mejora de la A-422 en el tramo Alcaracejos-Hinojosa licitadas ya. Tarde, muy tarde, pero es lo que tiene vivir en el olvido.
Afortunadamente, y a pesar de las dificultades, a quien se niega a vivir en ese permanente olvido y se ha puesto manos a la obra para vivir de manera comprometida con su pueblo y sus vecinos. Hablo de la Asociación Cívica Hinojoseña, un soplo de aire fresco de quienes muchos deberíamos aprender. Compromiso, lealtad únicamente con su localidad y con la comarca, ideas, formación y pocos miedos y complejos. Un cóctel que quizás deberíamos hacer nuestro para luchar por lo mucho o poco que tengamos y para que no nos sigan viendo cara de perdedores.
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