Por Miguel Ángel Pérez
Va a hacer 80 años que Federico García Lorca fue asesinado al poco del estallido de la Guerra Civil española “por poeta, rojo y maricón” como dijo ayer el propio Lorca en Hinojosa. La sensibilidad y poesía del gran representante de la Genereación del 27 sigue siendo una fuente de inspiración y sabiduría para cualquiera que se acerque a su obra.
Durante este fin de semana en Hinojosa del Duque, un elenco de más de cincuenta personas ha sido capaz de honrar al de Fuente Vaqueros con un espectacular homenaje. La Cofradía de Jesús Orando en el Huerto, que suele prodigarse en estos menesteres teatrales, ha hilado con una delicadeza extraordinaria un espectáculo teatral cargado de lirismo y pasión.
La obra, dirigida por Juan Antonio Antón, engarza la trama desde la celda improvisada donde Lorca pasa su última noche y allí, junto a dos banderilleros y un maestro de escuela, el propio poeta hace memoría de su obra repasando las razones que le llevaron a escribir cúlmenes de la literatura como Romancero gitano o Mariana Pineda. Una tras otra se iban sucediendo escenas y declamaciones de Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, cuya segunda elegía La sangre derramada le da título a la representación; Yerma, La casa de Bernarda Alba o una pincelada muda de Bodas de sangre aflamencada interpretada por el cuadro de Manoli Chaves.
Piano, cante jondo, guitarra y hasta performace inundaron el auditorio hinojoseño en un estreno amateur digno de un teatro de la Gran Vía madrileña. En un punto de la obra el propio poeta dice “los pueblos son libros abiertos” y fácil puede ser un resumen de lo que los espectadores disfrutaron ayer en Hinojosa, un libro abierto donde está escrita la memoria de un hombre al que ayer tras recrear su fusilamiento le acompañaron y lloraron, en un a suerte de literatura dentro de la literatura, la propia Mariana Pineda, Yerma y la tirana de Bernarda Alba. Esta última parafraseando el soliloquio final de la obra que protagoniza cerró el telón diciendo: “Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! ¡A callar he dicho! […]. Nos hundiremos todos en un mar de luto. Ha muerto Federico García Lorca […]. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!.
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