8 de abril de 2009. Una fecha sin aparente importancia pero que tirando de hemeroteca se convierte en fundamental para entender los últimos años que se han vivido en el seno del Ayuntamiento de Pozoblanco. Hoy se cumplen cinco años, un lustro, de un decreto que pasó a la historia más reciente de la localidad y que vino a cambiar las formas de entender y hacer política, pero también a las formas de tratar los temas del Consistorio pozoalbense. Fueron días donde los trapos sucios se lavaron de manera pública y desde entonces, ya se había atisbado la necesidad y se había trabajado por conseguirlo, la libertad para hablar de los entresijos que se cuecen entre los grupos políticos también cambió. 

Aquel 8 de abril de 2009, Miércoles Santo para más detalle, a última hora de la mañana asistimos atónitos a un decreto emitido por el entonces primer edil, Benito García, en el que vino a revocar parte de las delegaciones dirigidas por aquel entonces por Serafín Pedraza y Francisco López. Lo que se sabía por los mentideros políticos y por muchos otros se hizo público, la relación que mantenía García con el resto de sus concejales era prácticamente inexistente y, por supuesto, de total desconfianza, sobre todo, con los dos ediles mencionados. La emisión del decreto en un día previo a los días festivos de la Semana Santa tampoco fue algo elegido al azar, se pretendió, sin conseguirlo, tener unos días de por medio antes de que el huracán se llevase todo por delante. 

Y vaya que si se lo llevó. Después de ese decreto, la actualidad política se centró en el propio Ayuntamiento y en la sede del PSOE de Pozoblanco. Allí se dirimieron cuestiones básicas y se tomaron decisiones que vinieron a significar la vanagloria para uno y el fracaso para otros. La sala de prensa del Consistorio nunca había vivido, y no lo ha vuelto a hacer, comparecencias tan multitudinarias -de profesionales y de ciudadanos- y las explicaciones quedaron a la deriva ante unos hechos incontestables. El 22 de abril, los seis concejales socialistas se sientan y dan su versión de los hechos -en una rueda de prensa que muchos de ellos reconocen ahora que fue una equivocación- y ponen a disposición del alcalde sus delegaciones. El órdago fue recogido un día después con un segundo decreto que dejó sin cargo alguno, más allá del de concejal, a Francisco López y Serafín Pedraza y un día después otra vez los seis concejales esperan la salida de Benito García de su despacho para entregarle una carta donde aparecían la renuncia de los otros cuatro.

Lo que pasó después fue un querer y un no poder de un Benito García que alargó la locura de gobernar en solitario hasta el 22 de junio. Un tiempo donde es más que probable que el por aquel alcalde construyese su posterior éxito en las elecciones de mayo de 2011. El PSOE acabó en aquellos días con una etapa que dejó, por primera vez, la alcaldía en manos del Partido Popular -formando coalición en minoría con el Partido Andalucista-. Aquella crisis dejó también la debilidad de un partido político que se fracturó en dos, los que apoyaban a García y los que lo hacían a la ejecutiva local. Aquel decreto debilitó a un partido político que hasta la fecha se había mostrado como un ciclón en Pozoblanco y que ahora intenta resurgir de sus cenizas y que se llevó un varapalo enorme en la elecciones municipales, a pesar de ostentar en la actualidad la alcaldía.

Para entender lo que hoy se vive en Pozoblanco a nivel político hay que tener en cuenta lo que se vivió aquellos días, conocer a los personajes que dieron vida y moldearon esa crisis, analizar los hechos en su contexto y en su amplitud y darse cuenta de que probablemente las primeras impresiones han cambiado con el paso del tiempo. Lo que no ha variado es la capacidad de nuestros políticos de volver a caer en sus propios errores. Primero el PSOE, que tardó muy poco tiempo en olvidarse de quien era «el enemigo» y pactó con él para llegar a la alcaldía. Segundo Benito García, que tampoco tuvo en cuenta que el diálogo es fundamental para mantener la cohesión de cualquier equipo, también los políticos. Hoy la situación es la misma que entonces, con variantes pero la misma, con un equipo de gobierno con más discrepancias que puntos en común, pero con menos valentía para poner punto y final a una situación que es, cuanto menos, vergonzosa para los ciudadanos.