-Voy a ensayar para el porteo de cántaros

-Déjalo, eso es imposible

-Pues mi abuela dice que era fácil

-¡Claro! A mí la mía me decía lo mismo, pero no hay manera

 

Esta conversación tiene lugar en Añora, el domingo 7 de julio de 2013 sobre las doce de la mañana. La última prueba de las VI Olimpiadas Rurales de Los Pedroches se acerca y hay quien quiere perfeccionar su técnica o su equilibrio para dar el máximo en la competición. Tras seis ediciones, esa conversación bien podría reflejar el éxito de una iniciativa que ha conseguido que personas de diferentes generaciones se vuelquen en un mismo proyecto, aprendan juntas y compitan unidas. En esta cita deportiva, que convierte a la comarca de Los Pedroches en un referente durante un fin de semana, no solo vale la fuerza, el físico, también hay que tener «maña» y conocer algunos de los trucos para conseguir alzarse con la victoria.

Un triunfo por el que parecen no luchar muchos, pero la competición es la competición. Antes de que llegue, hay que emular algunos de los actos que cualquier Olimpiada que se precie tiene que tener. No vale solo poner en escena las pruebas. Hay símbolos y ceremonias que no pueden saltarse. Y lo primero es agradecer a quien te hace sentirte como en casa durante todo un fin de semana, compartir con los que se vuelcan en que Añora esté en condiciones de duplicar su población durante estos días. Nada mejor que desfilar por las calles de la localidad y hacerlo en hermandad y comenzando a convivir con el resto de equipos. Algunos, viejos conocidos. Otros, quedan días para conocerse y conocerlos.

Cuando acaba el desfile es el momento para que cada selección suba al escenario y se proceda a su presentación. Empiezan a llegar los protagonistas, que posan en el photocall y que van sintiéndose, poco a poco, parte de esta familia olímpica a la que dan vida, a la que hacen grande. Aunque los récords no importen en exceso, lo cierto es que esta vez se ha llegado a los novecientos participantes, se han inscrito cuarenta y cuatro selecciones. ¿Dónde está el techo? Una piensa que en la gala de inauguración. Es casi imposible superarse. Pero la organización de este evento no conoce límites y propone a quienes abarrotan un Recinto Ferial que se queda pequeño un acto inaugural que deja con la boca abierta a muchos.

La voz de una niña, las imágenes de un pueblo, la narración de una historia y una señora que enseña a los más jóvenes los juegos populares, los juegos tradicionales para que perduren en el tiempo. Una «vieja» que se mueve como un mimo y que conduce cada instrumento que necesita para esos juegos con hilos que los hacen volar. El negro se conjuga con colores fluorescentes al ritmo de una música que permite una combinación perfecta. Aunque algunos recordarán el saludo del portero del Real Madrid y de la selección española, Iker Casillas, por segundo año consecutivo, lo cierto es que los efectos del montaje dejan en mera anécdota el saludo del deportista. Todo acaba y todo empieza con el encendido de la llama olímpica. Es la hora de competir, la de jugar y disfrutar.

A golpe de tradición

Con más de una hora y media de retraso, que parece no afectar a nadie, los equipos se preparan para la primera de las pruebas. Una de esas pruebas colectivas que permite ver a varias selecciones competir a la vez. Toca A PIOLA. El Campo de Fútbol se convierte en la ubicación perfecta para ver agacharse a unos y saltar a otros. Rapidez y algo de picardía para llegar los primeros y aquí los «18 Principales» no perdonan. La rapidez dejó paso a la fuerza. La prueba del GARROTE volvió a dejar duelos que ya se están convirtiendo en clásicos. En categoría femenina repitieron Arrimaiz@s y el Esparraguero, con victoria para los últimos y caída incluida para las dos finalistas. Los «18 principales» desafiaron a «La Fábrica Noriega» en la última ronda y consiguieron salir victoriosos. Pero lejos de triunfos, fue el segundo momentazo de la noche porque el ambiente que se vivió en la Plaza de Toros fue inigualable. Ayudó la participación y animación de «El Trompetón», que encontró en sus compañeros de viaje a sus mejores aliados.

La primera noche de pruebas terminó con la CUCAÑA. Con la luna de fondo, los más atléticos intentaron desafiar a las alturas. Lejos quedan aquellos tiempos en los que la subida era casi una proeza, ya que los equipos han buscado a sus mejores bazas y pocos son los que no consiguen alcanzar el límite en el caso de ellos. En féminas la cosa no está tan clara, pero la prueba sigue siendo una de las más seguidas.

¿Jugamos a algo parecido a los bolos? Parece la misma mecánica pero aquí las reglas son otras, la bola pesa algo más y si te pasas de la raya no puntúas. Es decir, que el sábado arrancó con los MIZOS, primera prueba donde la combinación de puntería y fuerza fue fundamental. De ese último aspecto, de la puntería, hubo que tirar en la siguiente prueba del sábado, los TIRAORES. Volvieron a la competición después de estar presentes en la primera edición y desaparecer. Cierren un ojo, visualicen el objetivo y disparen. También hubo que disparar, más bien tirar, en el famoso lanzamiento de adoquín donde «El Cantarete» fue el que consiguió avanzar más metros.

Y precisamente eso, avanzar metros y hacerlo lo más rápido posible, se pretendía en la siguiente prueba. ¿Inconveniente? Un pequeño saco que obliga a los atletas a asemejarse a canguros. La calle Pedroche se llenó de participantes que esperaron impacientes su turno, bajo un sol que pegó como casi siempre, y que se sumó a los nervios, a los relevos, a las caídas, a la lucha. Bonitas imágenes de una CARRERA DE SACOS con la que se llegó al final de la mañana.

De todo un poco

Luego llegó el turno de descansar, de reponer fuerzas, de volver a convivir. La Ruta de la Tapa en la que se involucran los establecimientos hosteleros de la localidad comparten protagonismo con los atletas, les ofrecen lo que necesitan, las fuerzas necesarias para continuar. Porque la tarde se presenta cargada. Primero en el Parque Periurbano con la carrera de zancos, hombres y mujeres que crecen por arte de magia y que echan un pulso a la gravedad. De ahí corriendo a la Plaza España para la carrera de cintas y de nuevo una prueba colectiva, LA COMBA. Repitió por segunda edición y volvió a gustar. Concentración y sincronización para dar el mayor número de saltos posible y todos al unísono contando esos saltos. Mágico… hasta que alguien cae.

Y cayeron muchos durante LA CARRETILLA, más bien por inercia que por equivocación. No hay tiempo que perder y quien lleva a sus compañeros no tiene miramientos para dejarlos cuando finaliza su relevo. Risas y más risas ante la poca contemplación del propio compañero. Pero todo vale por rasgar algunos segundos. Pasó lo mismo en la SILLITA DE LA REINA o del Rey. Un circuito, dispuesto en la Plaza de Toros, donde sortear bancos, un bidón lleno de agua, una cuchara con un huevo, saltos a la comba y una piscina donde buscar una pequeña pelota de golf. Algunos casi vuelcan el bidón, se sientan en los bancos o casi se duermen en la piscina. Hubo para todo. Pero de nuevo apareció un factor, el ambiente. Se cerró la noche y se hizo con el calor no meteorológico, sino humano. El coso se volvió a quedar pequeño, los bailes se sucedieron al compás de la música y las ganas de divertirse pudieron con todo.

Recta final

Queda poco para el final y aunque las fuerzas flaquean hay que hacer un último esfuerzo. La jornada dominical arranca con el pingané y pone a prueba a los atletas poco después en LA SOGA. Los Arrimaiz@s son el rival a batir, pero no puede nadie con ellos. Vuelven a ganar y esta prueba nos ofrece momentos en los que no solo la fuerza es importante, sino también la estrategia. Se nota. Los equipos estudian cuando tirar, miran al rival y cuando flaquea intentan hacerle cruzar esa línea que implica la descalificación. Es imprescindible ir todos a una. Todo lo contrario a la última prueba del día, EL PORTEO DE CÁNTAROS, donde uno se encuentra solo ante el peligro, ante el equilibrio y la gravedad. El arte de portear, las señoras mayores riendo porque ellas son capaces de hacerlo con los ojos cerrados. Se cierra el círculo, la tradición ya ha unido a generaciones. Lo seguirá haciendo.

Pocas actividades llegan al final de manera tan intacta, tan limpia, con tantas ganas. La gala de clausura no solo es para los ganadores, es para todos. Para todos. Para los que compiten y para los que trabajan para que los primeros puedan hacerlo, para los que hacen posible la competición. Nadie le quitará a «Los Botijos» de Lucena el haber ganado las VI Olimpiadas Rurales de Los Pedroches, pero ningún equipo se va decepcionado. Es otro tipo de competición. Y eso se nota.

 

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