«Me siento como las millonarias que no tienen que mirar lo que gastan», decía hoy María Dolores López León en la primera tienda a la que entraba para gastar los 6.000 euros del sorteo de la Asociación «Pozoblanco, Ciudad de Compras». Una papeleta rellenó la afortunada para participar en el sorteo y le bastaron las compras realizadas en Blanca Lencería para llevarse los 6.000 euros. Como no podía ser de otra forma, la primera tienda que visitaba era esa misma y allí era atendida por unos propietarios que a primera hora de la mañana indicaban que «ahora entendemos lo que sienten los loteros cuando dan el premio, aunque no les toque a ellos».
La mañana comenzaba temprano para María Dolores, que acudía a la sede de Adeco a las nueve y media acompañada de su hijo y relataba la emoción que le supuso el saberse ganadora. «Estaba trabajando y cuando escuché mi nombre en la radio dije que qué pasaba, una compañera me dijo que había ganado el sorteo y ya nos pusimos en contacto con la asociación», relataba. Brindando por su suerte, María Dolores López, natural de El Vacar pero que lleva viviendo 29 años en Pozoblanco, indicaba también que «es verdad que los premios tocan». Y se ponía manos a la obra para vivir un día muy especial.
Considerada con todas las peticiones realizadas por los medios de comunicación y después de la primera parada, la afortunada se detenía en una de las joyerías de la localidad para comprarse una pulsera que le hacía especial ilusión. Por el camino, recibía algunas felicitaciones de empresarios del municipio y también las indicaciones de los responsables de Adeco, los encargados esta mañana de llevar las cuentas porque María Dolores López ponía la ilusión y las ganas. Era su día gracias a un sorteo que sigue despertando interés por lo atractivo de su premio.
La ganadora tendrá todo el día de hoy para hacer sus compras, aunque tenía las ideas muy claras cuando inició las mismas. Una lista elaborada un día antes y en la que hay cabida para «cosas de la casa, para renovarla que también le va haciendo falta» sin que eso sea óbice para darse algún «capricho». Para todo hay cabida.
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