Los que no somos ni muy jóvenes ni muy viejos tenemos la ventaja de añorar lo que hemos vivido y soñar con lo que nos queda por andar.
Yo nací en este Valle y prometo morir no muy lejos de aquí, pero mientras tanto pondré mi voz y mi fuerza en apoyar cualquier iniciativa que permita mejorar las condiciones de vida y el progreso de los que me rodean.
No va a ser la parada de Villanueva la solución a los problemas y al abandono de nuestros pueblos, pero subirse a ese tren tiene un significado mucho más importante que la rentabilidad económica o el desprestigio de unos políticos y otros.
El apoyar masivamente esta concentración el próximo domingo volvería a despertar ese sentimiento de comarca, esa necesidad de necesitarnos para lograr cualquier empresa.
No puedo olvidar aquel día, cuando nos concentramos en contra del cementerio nuclear.
Fue un día lluvioso y desapacible. Esas inclemencias meteorológicas no impidieron que un puñado de atletas nos empapáramos de agua haciendo el trayecto de Torrecampo a Pozoblanco con nuestra reivindicación al hombro, y nada puede ser comparable al abrigo que recibimos a la llegada a la Cruz de la Unidad por las gentes de estos pueblos.
Para siempre quedaron grabadas en mi memoria esas imágenes de sufrimiento y de satisfacción, al comprobar lo que significaba aquello.
He seguido llevando banderas al hombro, he vuelto a correr de Pozoblanco a Villanueva para reivindicar esta parada de tren. He enseñado a mi hija a luchar conmigo por las ilusiones y la esperanza en mejorar su futuro, y ahora no puedo parar, no me puedo rendir, no podría mirar a mi hija a los ojos y decirle, ¡ se acabó, nos rendimos ¡.
Mi pequeña y yo volveremos a estar el domingo en Villanueva, nos cubriremos con las banderolas que hagan falta, daremos la mano a noriegos, jarotes, viseños, mojinos……. para alargar esa cadena de corazones hasta la vía que nos ha de poner en marcha nuestro tren, el tren de nuestros sueños.
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